"¡Dios mío!", pensó T , "las mujeres son... son un enigma..." Aquí hizo un ademán de desesperación. "No, es inútil. Vaya a interpretar las expreciones que se reflejan fugazmente en sus rostros, todas las simulaciones, las indirectas... Imposible describirlo. ¡Sus solos ojos son abismos insondables que explora el hombre y en que se pierde irremediablemente! No hay manera de salvarle, por mucho que se esfuerce. Vaya a describir por ejemplo, el brillo de esos ojos: meloso, aterciopelado, lleno de dulzura y de qué sé yo que más; cruel y tierno y algo amartelado también o, como dicen algunos, voluptuoso, o no voluptuoso, pero especialmente cuando voluptuoso...y cautiva el corazón y arranca dulce música del alma, como la arranca el arco del violín. No, no hay palabras: son la fine fleur de la humanidad, y no hay más."
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